Chistes Cortos
Era un hombre tan, pero tan flaco, que no tenía ni dedo gordo.
No desayuné pensando en ti, no almorcé pensando en ti, no cené pensando en ti, y no dormí porque tenía hambre.
El entrenador dijo:
Todos jueguen con cautela.
Y alguien dijo:
¿Y si Cautela no quiere jugar con nosotros?
Oiga señor, quiero decirle que yo estoy enamorado de su hija y no por el dinero.
Y el tipo le responde:
¡Ah! ¿De cuál de las cuatro?
Ah no, de cualquiera, cualquiera.
¿Qué le dijo un árbol a otro?
Se me paró el pajarito.
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