Animales
Estaba el Rey León todo borracho caminando por la selva, toma entre sus patas al conejo, lo levanta por las orejas, lo acerca amenazadoramente a sus ojos y le pregunta:
Conejo, ¿Quién es el Rey de la Selva?
¡Tú León, sólo tú!, responde el conejo asustado.
El León lo suelta y hace lo mismo con la tortuga, el jabalí, el búho, y se encuentra al elefante, lo toma por la trompa y le pregunta:
Elefante, ¿Quién es el Rey de la Selva?
A lo que el elefante lo enrolla en su trompa y lo golpea repetidas veces contra el piso, y los árboles cercanos, y lo lanza contra un muro de piedra.
Se levanta el León todo moreteado y dice:
¡Pero bueno, vale, si no sabes no te pongas bravo!
Está una hormiga tranquilamente viendo la televisión, cuando de pronto un elefante llega y se sienta delante de ella tapándole toda la visión. La hormiga enojada se levanta y camina rodeando al elefante, una vez enfrente de él, se sienta, voltea y le dice al elefante:
¡Andale! ¡Para que veas lo que se siente!
¿Qué le dice Tarzán al ratón?
Tan pequeño y con bigote.
¿Qué le dice el ratón a Tarzán?
Tan grandote y con pañal.
Un vendedor de loros tenía a la venta un loro grande, uno mediano y otro lorito chico, rasca, poca cosa, una porquería de loro. Una persona se interesa en comprar uno de los loros.
¿Cuánto vale el loro grande, el más bonito?
Este loro vale 500 dólares.
¿Pero, por qué tan caro?
Es que es muy educado, le habla inglés y francés de corrido y hasta entiende el alemán y el japonés.
Increíble, de verdad, pero bueno, entonces dígame, ¿Cuánto vale el mediano que luce bastante bien?
Este vale 5.000 dólares porque además de hablar cinco idiomas, conoce de historia universal, geografía e investigaciones espaciales.
Verdaderamente increíble. No me queda más que preguntarle por el precio del lorito más chico, tan feo e insignificante.
Este es el loro más caro de todos, sólo lo vendo en 50.000 dólares. Pero no puede ser, ¿Por qué? ¿Sabe mucho?
Mire, la verdad que no estoy seguro, pero los otros dos le dicen jefe.
Era una señora que tenía demasiados puercos y no sabía qué hacer con tantos. Un día le dijo a su hijo que tenía que deshacerse de ellos. El hijo se pregunta:
¿Cómo lo haré? ¡Ah, ya sé, a cada persona que pase le aventaré un puerco! En eso que va pasando una viejita, y sas que le avienta uno. Después pasó un joven, y sas que le avienta otro; en eso va pasando un borracho, y sas que le avienta otro. Entonces el borracho le grita:
¡Por qué no me avienta a su madre!
¡Y sas, que le avientan a la puerca!
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