Animales
En una ocasión caminaban por el desierto un forastero, su caballo y un perro. En cierto trayecto del camino el caballo no caminó más y exclamó: ¡Tengo mucha sed!
El forastero al oír al caballo hablar se asustó mucho, y corrió, corrió hasta quedar rendido de tan tremendo susto. El perro al ver a su amo, había hecho lo mismo; casi sin poder respirar el perro y el forastero, tendidos en la arena del desierto, el perro exclamó:
¡Vio que susto nos dio ese condenado caballo!
Llega un señor a una tienda de mascotas muy preocupado y le dice el vendedor:
¿Qué necesita señor?
El otro contesta:
Quiero algo especial, algo que ni yo pueda creer.
El vendedor le dice:
Ya sé, y le vende un cien pies que habla.
El señor llega a su casa y le dice al cien pies:
Ve a la tienda, y tráeme leche y pan.
Sí señor, contesta el cien pies y se va.
El señor espera y espera al cien pies, pasan horas, hasta que se asoma pensando lo peor y el cien pies está sentado en el escalón y el señor muy enojado le dice:
¿Qué haces aquí todavía?
Discúlpame, le dice el cien pies, pero es que todavía no termino de atarme los zapatos.
¿Ustedes saben cual es el pez que hace shshshshshsh?
El pescado frito.
Resulta que a un famoso guitarrista le propusieron ofrecer un concierto en algún país de África, y éste aceptó. A tiempo tomó el avión y cuando sobrevolaba la selva éste se estrelló en medio de la selva, sólo
sobrevivieron el guitarrista y su guitarra. Al rato, se le acercó un león con cara de hambriento y luego otro y otro. En ese momento se acordó de que había leído que la música calmaba a los animales, y muy nervioso se puso a tocar una canción. Los leones se calmaron y acostaron a su alrededor, y el músico se tranquilizó pensando que se había salvado de morir, cuando de repente, de entre los árboles salió un león furioso y se comió al guitarrista, y uno de los primeros leones le dijo a otro: ¿Ves? ¡Te dije que el sordo, nos iba arruinar el concierto!
Una tortuguita comienza penosa y lentamente a subirse a un árbol. Después de varias horas de esfuerzo, cuando llega a la punta, se lanza al vacío y se da un feroz golpe en el suelo.
Al rato, la misma tortuguita vuelve a hacer el esfuerzo y lentamente, trepando como puede, llega de nuevo casi a la punta, se lanza y se vuelve a dar otro costalazo.
Nuevamente, testaruda, hace otro tremendo esfuerzo y después de mucho rato y muchos jadeos, va llegando a la punta del árbol cuando se resbala, se vuelve a caer, agita sus patitas y se pega nuevamente un gran golpe en el suelo.
En el mismo árbol en el extremo de una rama, había una pareja de palomas mirándola con lástima, entonces la paloma hembra le dice al palomo macho: Oye, querido, ¿No te parece que ya es tiempo que le digamos a la
tortuguita que ella es adoptada?
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