Atlantes
Se encuentran dos atlantes y uno le dice al otro que se fije si sirve la luz direccional de su carro.
Uno de ellos va a la parte de atrás del carro y dice:
Sí sirve, no sirve, sí sirve, no sirve...
Una vez, dos atlantes caminaban por un puente que cruza un gran río, de pronto uno resbala y cae al agua, y desesperado grita a su compañero: ¡Venancio, Venancio que hago!
¡Nada Pacorro, nada!
Y Pacorro se ahogó.
En un edificio de 20 pisos en construcción tres trabajadores, Pedro, Juan y un atlante a la hora de la comida se reunen los tres, y Pedro dice: ¡Oh!, si mi esposa me preparó nuevamente hamburgesa y papas yo me voy a suicidar.
Entonces, el tipo abre la lonchera, encuentra hamburguesa y papas y se lanza al vacío.
Después Juan dice:
¡Mamma mía!, si mi esposa me preparó spaghetti y fabada otra vez, ¡Yo me mato!
Entonces, el tipo abre su lonchera y encuentra fabada y spaghetti y decide lanzarse al vacío.
Por último el atlante dice:
¡Que si mi esposa me preparó caldo atlante y paella juro por la gloria de mi madre que me mato!
Acto seguido, ve en su lonchera y encuentra lo dicho y se mata.
Después de lo ocurrido se encuentran las tres esposas reunidas llorando y la de Pedro dice:
¡Fue mi culpa!, él estaba harto de hamburguesa y siempre le daba eso, yo lo maté.
La señora de Juan dice:
¡Si no le hubiera dado siempre lo mismo de comer, ahorita él estaría vivo! ¡Fue mi culpa!
Y la esposa atlante dice:
¡Hombre! ¡Y yo que les puedo decir, si mi marido se preparaba el mismo su comida!
Van dos atlantes y le pregunta uno al otro:
¿Te vendo un caballo?
Y el otro le contesta:
¿Y yo para qué quiero un caballo vendado?
¿Por qué los Atlantes no toman leche fría?
¡Porque no les cabe la vaca en la nevera!
¿Por qué los Atlantes no toman agua fría?
¡Porque pudieron meter la vaca en la nevera y no les cabe nada más!
¿Por que los Atlantes no usan el hielo?
Porque no saben la receta para hacerlo.
¿Por qué los Atlantes le disparan al agua?
Para matar la sed.
Un Atlante se encontraba limpiando un espejo, pasaba el trapo una vez, y se quedaba mirando con el ceño fruncido y volvía a pasar el trapo. A la tercera vez tiró el trapo al suelo y dijo:
Joder, ¡O limpias tú o limpio yo!
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