"; Los mejores chistes de Locos

HUMOR

Locos


En un manicomio, un par de médicos están practicándoles exámenes a los locos para ver si alguno de ellos ya había mejorado. Así que pintan una puerta en la pared y los apremian:
"Vayan a abrirla".
"Todos los chalados inmediatamente se levantaron a abrirla; solamente uno se quedó sentado. Los doctores, al ver esto, se dijeron entre ellos:
"Mira, parece que ya se compuso, vamos a verlo".
Se dirigen hacia el orate solitario:
"¿Por qué no te levantaste, como tus otros compañeros, a abrir la puerta?"
"Es que yo traigo la llave", responde sonriendo con picardía.



El inspector general de salud está haciendo un recorrido por el manicomio en compañía del encargado del plantel. De pronto, el inspector ve algo que le llama la atención; un loco acostado en el piso y un grupo alrededor de él. Por curiosidad, le pregunta al encargado qué está pasando allí: Lo que pasa es que el loco que está acostado dice que es el periódico y los demás lo están leyendo.
Muy interesante, ahora me tengo que ir, seguiremos mañana la inspección. Al otro día, cuando siguen haciendo la supervisión, el inspector ve que el loco-periódico del día anterior es perseguido por todos los antiguos lectores.
¿Y ahora qué está pasando?, le preguntó intrigado al encargado.
Que como es el periódico de ayer, ahora lo quieren usar de papel
higiénico.




¿Para quién es esa carta?, le dice el director de un manicomio a un loco que está escribiendo.
Para mí mismo.
Y, ¿qué te pones?
¡Cómo quieres que lo sepa si aún no la he recibido!










Este era un loco que estaba en el manicomio y se quería suicidar, entonces se lanzó a la piscina para ahogarse y vino otro loco y lo sacó, entonces el director del manicomio lo llamó para felicitarlo por haberlo salvado, y le dijo:
Fue un acto heroico lo que hizo, pero lamento informarle que el loco que usted salvó esta mañana, se ahorcó en la tarde.
Entonces el loco le dice:
¡Ah!, eso lo hice yo, porque lo colgué para ponerlo a secar.




En el patio de un manicomio se encontraba un grupo de internos que se reían a intervalos. El director que hacía sus rondas se acerca curioso para ver que era lo que sucedía. Al acercarse, ve que un loco dice un número: ¡Doce!, e inmediatamente el resto del grupo se comienza a reír. Al acabar las carcajadas del grupo, otro de los del grupo dice otro número: ¡Treinta y dos!, obteniendo, nuevamente, el mismo resultado del grupo ahí congregado, que se suelta a carcajadas. El director les pregunta: ¿Qué es lo que está sucediendo?
A lo que uno de sus pacientes le contesta:
Estamos contando chistes.
Aún más curioso, el director comenta:
¡Pero si sólo están diciendo números!
A lo que el mismo paciente le explica:
Lo que pasa es que nos sabemos tantos chistes, que los hemos enumerado para ahorrarnos el tiempo de contarlos.
Ponderando esta explicación, el director decide probar su suerte y dice: A ver, dieciocho.
A lo que no recibe respuesta alguna del grupo, sino un silencio absoluto. Anonadado vuelve a intentar.
Veintidós.
Obteniendo la misma silenciosa reacción. Desesperado comienza a decir números uno tras otro sin lograr sacarle a ninguno de sus internos la menor sonrisa, hasta que por fin les pregunta:
¿Pero qué pasa? ¡Les he contado varios chistes y nadie se ríe!
A lo que uno de los locos le contesta:
¡Lo que pasa es que usted no tiene gracia para contarlos!




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