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HUMOR

Matrimonios


La historia del minero 34
Carlos es un minero que se sintió con mucha suerte; ese día enfermó del estómago y se quedó en el baño mientras sus amigos bajaban al fondo de la mina.
Ahora con la inminente salida de sus amigos conversa con su señora: Minero 34:
Vieja, que bueno que los van a sacar luego, me siento afortunado, Ese día estaba enfermo de la guatita y yo estaba sentado en el baño a la hora del derrumbe.
Esposa del minero 34:
Afortunado te sentís ha!! Veamos*.
En resumen a tus compañeros Don Francisco los invitó a la Teletón, El presidente los recibirá como héroes en la Moneda,
Los entrevistará Felipe Camiroaga en el matinal.
Les regalaron Iphones,
Farkas le dio un cheque con 5 millones.
Cada uno y señora tendrá un viaje a Grecia por una semana con los gastos pagados,
Viaje al estadio del Real Madrid, viaje al estadio del Manchester United, Becas de estudio para los hijos, pensión vitalicia, casas nuevas y auto * *..Y él ** cagando!!!




¿Te regañó mucho ayer tu mujer por quedarte un rato más a jugar cartas? -No, no. Total estos cuatro dientes me los tenía que sacar de todas formas.




Un matrimonio estaba conversando:
Mi amor, ¿Crees en el amor a primera vista?
¡Claro! Si te hubiera visto 2 veces no me caso.










La CIA tenía una vacante para un asesino. Estas posiciones altamente clasificadas son duras de llenar, y hay muchas pruebas y verificación de referencias implicadas antes de que usted pueda incluso ser considerado para la posición. Después de evaluar a algunos aspirantes a través de las verificaciones, entrenamientos y pruebas, las opciones se redujeron a 2 hombres y una mujer para la única posición disponible. Llegó el día de la prueba final para definir quién conseguiría el trabajo. Los agentes que administraban la prueba llevaron a uno de los hombres a una puerta grande del metal y le dieron un arma. Debemos confirmar que usted seguirá nuestras instrucciones no importa bajo qué circunstancias, le explicaron. Dentro de este sitio, usted encontrará a su esposa sentada en una silla, tome esta arma y mátele. El hombre con una mirada de asombro le dijo: Usted no puede estar hablando en serio, yo nunca podría matar a mi propia esposa.
Bien, dijo un agente, entonces usted definitivamente no es la persona adecuada para este trabajo. Así que trajeron al segundo hombre a la misma puerta, le entregan el arma y le explican los mismos parámetros de la prueba. El segundo hombre miró algo sobresaltado, pero sin embargo, tomó el arma y entró el cuarto. Todo estuvo en silencio por cerca de 5 minutos, entonces la puerta se abrió. El hombre salió del cuarto con lágrimas en sus ojos y dijo:
Intenté matarla, pero simplemente no pude halar el gatillo. Supongo que no soy el hombre adecuado para el trabajo.
Los agentes contestaron:
No, usted no tiene lo que se necesita para esto. Tome a su esposa y vaya a casa. Ahora sólo les quedaba la mujer. La conducen a la misma puerta y le dan la misma arma.
Como prueba final, debemos estar seguros que usted seguirá las
instrucciones sin importar las circunstancias. Dentro encontrará a su marido sentado en una silla. Tome este arma y mátele.
La mujer tomó el arma y abrió la puerta. Antes incluso de que la puerta se cerrara completamente, los agentes oyeron a la mujer descargar el arma completamente, uno por uno cada tiro disponible en el proveedor. Entonces el mismo infierno se apoderó de aquel cuarto. Se oyeron gritos,
desgarramientos, golpeteo en las paredes. Esto continuó por varios minutos y finalmente todo quedó en silencio. La puerta se abrió lentamente, y allí estaba parada la mujer. Se limpió el sudor de la frente y dijo:
¡No me dijeron que el arma estaba cargada con salvas! ¡Así que tuve que matarlo a golpes con la silla!




El marido encuentra a su esposa haciendo el amor con el mendigo y éste le hace el reclamo, llamando la atención por haberle colocado a él la altura de lo más bajo de la sociedad.
Ella aduce tener una explicación:
- Este hombre me pidió el favor si podía dejarle bañar, darle de comer y regalarle un viejo traje que tú ya no usaras y cuando se iba me preguntó: ¿Sra. Usted, puede darme algo más que su esposo ya no use? Y entonces ¡me tocó!.




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