"; Los mejores chistes de Otros...

HUMOR

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Un señor en su lecho de muerte manda a llamar a sus tres hijos y les dice: Héctor, a tí te dejo los departamentos periféricos. Juan a tí te dejo todos los departamentos de la Constitución. Pedro, a tí te dejo los de la calle Revolución.
En eso un amigo le pregunta:
Oye, yo no sabía que tu papá tenía tantas propiedades.
Y le reponden:
¡Era lechero!




Un solterón que vivía solo decide viajar a Europa. Su única mascota era un canario, el cual amaba ciegamente y era su única compañía. De manera que lo deja con su amigo, no sin antes advertirle que le avise si algo sucede con el canario. Después de 2 semanas de viaje, el solterón recibe un telegrama donde su amigo le informa que el canario murió. Consternado, regresa muy triste y va donde su amigo y le dice:
Mira, casi me matas con esa noticia, no estaba preparado. La próxima vez me tienes que avisar diferente, por ejemplo, me dices que el canario se estaba meciendo, luego, en otro telegrama me puedes decir que el canario se cayó y luego en otro, que el canario falleció de la caída. Así, yo ya estoy preparado.
El asunto es que nuevamente se va de viaje el tipo, para tratar de olvidar al canario. Al cabo una semana, recibe un telegrama que dice:
Tu mamá se está meciendo.




Una monja que sube a un taxi y le dice:
Lléveme al monasterio.
El taxista la lleva y cuando están en el monasterio le dice:
Son 50 euros.
Y le dice la monja:
Gracias, que Dios se lo pague.










-Señor lo está esperando el hombre invisible-
-Bueno, dígale que hoy no puedo verlo.-




En un parque de la ciudad había dos estatuas, una de un hombre y la otra de una mujer. Las estatuas estaban una en frente de la otra por muchos años. Una mañana se apareció un ángel y les dijo:
Por haberles dado tanto placer a la gente de esta ciudad, les voy a conceder que vivan como seres humanos por 30 minutos para que hagan lo que ustedes quieran.
Y con esas palabras las estatuas se convirtieron en seres humanos. Se miraron, se sonrieron e inmediatamente corrieron hacia unos arbustos cercanos y se ocultaron entre las matas. El ángel se sonrió mientras oía risas y ruidos de las hojas y ramas quebrándose. Después de quince minutos salieron las estatuas, contentas y sonrientes. Algo sorprendido, el ángel mira su reloj y les dice:
Todavía les quedan quince minutos.
¿No les gustaría continuar?
La estatua macho le pregunta a la estatua hembra:
¿Quieres hacerlo otra vez?
Sonriendo, la estatua hembra le dice:
¡Sí, pero esta vez tu sostienes a la paloma mientras yo me le cago en la cabeza!




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